Ahora es el solo el turno de un apocalipsis de muertos vivientes y monstruos, sazonados con enormes culos y tetas danzantes; pero esta vez con el apoyo de un robot que incentivará a los muertos a no subir por la colina, a punta de plomo.
La hermosa chica de la colina empieza a sentir fuertemente la soledad y a recordar los buenos tiempos cuando la pasaba con su tía Bárbara. Pero a su vez un sentimiento de valor, o de soledad, refuerza un pequeño tinte en su alma de querer salir, pues es verdad, vivir en una jaula de oro, no es vivir.
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