Y siguen los supremos culotes sedientos en ese sótano; por un lado, Olezka sigue en el inodoro temerario; y por otro, Bárbara continúa con su ocupación desvergonzada al dictamen de sus cavidades traseras favoritas junto a otras dos pendejas más, incluyendo su hija, quien reconoce tener en su propia madre a la mejor rival para las travesuras anales. Por otro lado, la historia de un apocalipsis de muertos vivientes y monstruos continúa, pero esta vez con el apoyo de un robot que incentivará a los muertos a no subir por la colina, a punta de plomo.
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